Estamos invadidos por los cánones de belleza impuestos por una sociedad
que busca materializar los atractivos dados por… ¿Dios?, ¿la genética?, ¿el
azar? o ¿el dinero?, en todo caso no es una costumbre reciente ya que Leonardo
da Vinci dibujo El Hombre de Vitruvio (que es lo mismo que decir El Hombre
Perfecto, pero Vitruvio suena más intelectual). Por lo anterior se supone que los “feos” ya estamos acostumbrados a la tortura y oprobio desde hace mucho, mucho
tiempo. Pero la verdad es otra.
Bajo la estrafalaria pinta de fealdad, hay más de buen corazón que de otra
cosa. Y bajo la mirada crítica de los demás y las cicatrices recogidas por el
camino, solo nos queda creer que los defectos nos hacen lo que somos: PERFECTAMENTE FEOS.
Pero comencemos a conocer a la banda de Uglydolls. Está conformada por
‘pésimos’ muñecos que no aceptan su destino con un entusiasmado optimismo.
Justos planean cambiar sus vidas y convertirse en ciudadanos de Perfección, lo
cual no les será muy fácil pues al líder Lou no le llama mucho la atención esa
palabrita tan de moda en nuestros tiempos: INCLUSIÓN.
Va a ser muy complicado vencer los prejuicios de la comunidad Perfección,
sin embargo, en su azarosa misión, pronto encontrarán una esperanza al toparse
con voces solidarias y conscientes de que NUESTRAS
DIFERENCIAS NOS HACEN BRILLAR.
Luego del primer encuentro con la
gente de Perfección, las cosas se complican y se arman de valor para una “Segunda
batalla”. Lo que sucede de aquí en adelante es tan bello narrativamente, visualmente y sonoramente, que nos pone a
replantear el título por PRETTYDOLLS.
Si lo anterior les suena como a ‘Moana’, ‘¿Cómo entrenar a tu dragón?’,
‘Pie pequeño´ o alguna de aquellas películas de DreamWorks, usted tiene la
razón en parte, pues ´UglyDolls´ aplica
la formula, pero mejorada.
Lo más inolvidable de la película – Bueno…en mi caso – es la voz de one-eyed
Ugly Dog interpretada por Pitbull. A diferencia de varias cintas de animación,
el enfoque de ‘UglyDolls’ es resaltar que en el interior de todo ser prevalecen
los nobles sentimientos, y la constante del humor es su estandarte narrativo.
Para reír, aprender y desperfeccionarnos en familia y con todas las ganas.
Por: Andrés Felipe Durán García.
Twitter: @andresfdurang
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