Existen películas que ves y no te trasmiten nada, otras te hacen recordar ciertas cosas. Este fue mi caso con ‘imaginario: muñeco diabólico’. La historia es sencilla, pero con gran contenido psicológico: una mujer regresa a la casa de su infancia, solo para descubrir que el amigo imaginario que dejó atrás es más real de lo que jamás pudo haber pensado.
Al explorar la historia de esta película, me cuesta aceptar una condición que llevo padeciendo desde corta edad, por mi inocencia hacia el mundo adulto se me diagnóstico con el “síndrome de Peter Pan”, es la primera vez que lo divulgo en un escrito, pero las personas cercanas ya conocen de mi condición. Para unos es simplemente un temperamento infantil al no afrontar la realidad y como algunos me dicen: “no querer madurar”, para mí es algo más aterrador de lo que se ve en la superficie.
Me cuesta mucho relacionarme con personas adultas que comparten su vida en “sociedad”: mujeres, trago, vida nocturna, vicios y demás complejidades, formas y estilos que muchos creen los vuelven parte de la “gente normal”. Me incomoda salir un viernes a tomar en un bar, en vez de estar en mi apartamento leyendo un comic, viendo anime o tal vez, limpiando mis juguetes.
Encontrar amigos reales que compartan mi afición no es fácil, porque más que mis gustos es la visión del mundo. Confío mucho en las personas, no puedo comprender porque algunos se aprovechan de otros, o no son honestos o simplemente no dicen las cosas como las sienten. Ser sincero en un mundo de máscaras y el qué dirán, puede ser atractivo para algunos por momentos, pero cuando la inocencia o las palabras honestas son de mi vida diaria, ahí las cosas se complican.
De ser habitual conversador con las personas y contarles de forma sincera mi día a día, he pasado a reservarme todo por la cara de burla de algunos y la autosatisfacción de otros por considerarsen “normales” o no “locos” como yo.
Mi condición tiene sus ventajas porque todo lo pienso, siento y veo como si de un niño se tratara. Aun hablo con mis muñecos, así como le hablo a las mascotas, me divierto montones en un parque a cielo abierto y miro la política desde una experiencia adulta que me obliga la vida, pero sin comprender porque desfalcan, no realizan acciones para mejorar el entorno de las personas y entre muchas cosas más, porque no cumplen sus promesas a cabalidad. Siempre me va a costar entender: ¿si casi la mayoría de cosas hermosas y que dan placer son gratis o baratas porque se desea tener y tener más y más dinero?
La historia de ‘imaginario: muñeco diabólico’ me hizo comprender que ver las cosas siendo inocente se vuelve una situación siniestra. Recientemente acepte un cargo donde el contacto y la atención a las personas es vital, me siento bien generando soluciones y sonrisas en las personas, pero algunas cosas no las tolera mi infantilidad. No puedo sentirme superior con personas a mi cargo, siento que debo conocer como es su vida, siento que debo tratar de que su trabajo sea una experiencia satisfactoria, siento que debo comprender que no son máquinas o simples empleados que realizan una labor, siento que debo saludar con un Don, Señor o llamarlos por el apellido ya que a pesar que sean menores que yo, están ejerciendo y afrontando un mundo adulto que no comprendo enteramente, y eso me hace respetarlos y admirarlos.
Entre todo lo “malo” que tiene mi condición, hay algo que me encanta: he tenido dos parejas en mi vida, y es porque mi cerebro siempre cree que el amor es para siempre y de la mano de una sola persona. Veo a mi novia con ojos de colegio, como si esa persona fuera mi mundo y las demás no existen, me es imposible entrar en intimidad con alguien con la cual no tenga un vínculo sentimental o que conozca de tiempo atrás. Puede sonar aburrido para algunos, pero nunca he tenido relaciones fugases o gustos de compañía paga, me encanta vivir muchos años de recuerdos y experiencias con una sola… aunque a veces las cosas no se den para toda la vida.
Mi vida puede parecer complicada, pero no es así, es la sociedad y las personas que me la hacen difícil. La solidaridad, el amor, la amistad y el coraje son elementos sensitivos de mi yo.
Volviendo a la película, debo ser
sincero, no es gran cosa, pero para personas que sufren de este síndrome o que
conozcan de alguien “infantil”, pueden dilucidar un poco los motivos de porque
se padece. Mi “enfermedad” así como el oso de ‘imaginario: muñeco diabólico’
puede parecer tierna, pero trae terribles consecuencias.
Por: Andrés Felipe Durán García
Twitter: @andresfdurang
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