MALIGNO: EN CUERPO AJENO

¿Puede una mente vivir en paz cuando busca su inspiración en el infierno? Este podría ser un cuestionamiento común para los asesinos en serie, ya que muchas veces sus intrincados crímenes son “obras de arte” inspiradas en sus mundos internos alucinantes y sus visiones sangrientas.

En ‘Maligno’ la inocencia infantil cede paso a la maldad más vil, cuando Sarah (Taylor Schilling) al llevar una vida normal todo cambia al descubrir que su retoño habla dormido en un lenguaje extraño, esto hará que ella recurra a un psicoanalista llamado Arthur Jacobson (Colm Feore) que descubre las pesadillas en las que habla en húngaro. A partir de allí comienza la espiral de sucesos que hundirá a la familia Blume en un círculo dantesco de sangre.

Como si de una caja de Pandora se tratará, combinar thriller con los clichés del terror abre horribles pensamientos en las madres gestantes, ya que al ver a este infante escuchar y espiar por toda la casa, convierte el amor materno en temor. 

 

Agrada toparse con un buen thriller de terror fortificado con una narración malsana y a la vez elegante. Es además interesante ver como se exploran las posibilidades de cometer un crimen terrible – sea de humanos o de animales – e intentar permanecer sin remordimientos y en silencio.

Aunque la fotografía es la típica utilizada en estas películas de niños “bipolares”, y su director poco arriesga en escenarios, la calidad de las actuaciones de sus protagonistas y secundarios cubren estas faltas. Se agradece mucho el detalle de los ojos, pues Miles Blume sufre de heterocromía y se aprovecha bastante bien esta condición en el film.

Una cinta de terror para disfrutar –casi que en familia – y dejarse llevar por los acontecimientos que evolucionan de forma inesperada.

Por: Andrés Felipe Durán García

Twitter: @andresfdurang