“payasos,
brujas, calabazas, disfraces, aunque para la mayoría de niños se
traduce como diversión, para algunos niños representa un motivo de
temor, de miedo y hasta
de fobia” afirma el psicólogo clínico Javier Bohórquez.
Según el especialista, dos de los temores
más extendidos de los niños son: la
Samhainofobia, es decir el miedo irracional y atroz a la fiesta de Halloween y la
coulorofobia o miedo a los payasos. Los niños que sufren de estos
miedos no soportan la decoración, la música, los disfraces y los sustos
o bromas que se realizan para estas fechas.
El
psicólogo clínico Norberto Bohórquez Joya,
director
de la Fundanita explica que: “el miedo es la emoción más limitante que
puede experimentar el ser humano pero nos protege cuando estamos en
peligro físico; no obstante,
puede limitarnos sino se trata adecuadamente”.
Para el doctor Bohórquez Joya, las pesadillas y miedos nocturnos son normales hasta que afectan las actividades lúdicas,
académicas o cotidianas de los menores.
Detrás
de las palabras de los niños siempre hay un contenido que no se debe
ignorar. Hay miedos reales y miedos inventados,
pero todos nos están hablando e informando algo sobre los niños. “Puede
ser que los niños inventen miedos para ser oídos, porque se sienten
inseguros, porque no son capaces de decir lo que sienten, porque
necesitan afecto, o porque sufrieron un evento que
no son capaces de contar a los padres y lo disfrazan de esta manera”
afirma el experto.
Cuando sufrimos eventos impactantes emocionalmente durante la infancia, en el cerebro se guardan esos recuerdos y cuando
en el presente la persona está expuesta a una situación similar a la del pasado, reacciona de forma sobredimensionada.
Para
el especialista “el dialogo es el principal medio para resolver
cualquier tipo de inquietud o angustia de los niños.
Es indispensable encontrar la razón de la expresión de los miedos”. Un
método muy útil para tratar estos temores es a través de la terapia
clínica y la comprensión y apoyo de los padres.
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